Abro un nuevo apartado para hablar de los 101 mejores alimentos y de sus beneficios. Comienzo con el primero, el principal cuando nacemos, la leche materna.
Mi madre me decía siempre que yo no me ponía mala de pequeña porque me amamantó en mis primeros nueve meses, era algo que me repetía constantemente, y aquello me quedó grabado. Cuando me llegó el momento de ser madre decidí que los 9 meses de embarazo los dedicaría a informarme, a prepararme y formarme en esta nueva etapa de mi vida, como si de un curso intensivo se tratara. La lactancia materna sería una de las principales asignaturas y me puse a estudiar. Las matronas y pediatras insistían, constantemente, de la importancia de la lactancia, incluso la propia OMS (Organización Mundial de la Salud). Todo era beneficios, así que decidí que yo no iba a ser menos que mi madre y me propuse amamantar a mis hijos durante un año, y así hice con ambos, un año con cada unos de ellos durante el cual me privaría del vino, café y cigarro, pero a cambio, me quedaba la tranquilidad de que, con ello, les iba a ayudar a protegerlos y a fortalecerlos.
El calostro, el primer alimento que le llega al recién nacido contiene gran cantidad de inmunoglobulinas que protegerán al bebe en sus primeros días, ya que posee un sistema inmunológico inmaduro. La leche materna fluctúa adaptándose a las necesidades y al desarrollo del lactante, le aporta los carbohidratos, proteínas, grasas, vitaminas, minerales, enzimas, hormonas y el agua necesarias para el bebé. Más sobre sus beneficios aquí.
Ahora soy yo la que quiero insistir a mis niños de la importancia de amamantar, aunque no haya tenido niñas, pienso que el éxito de la lactancia materna es tarea de todos, aunque la última decisión debe ser siempre de la madre. También pienso que es insuficiente la labor de nuestras autoridades y que deberían implicarse más en ello, invertir en lactancia materna es invertir en salud para nuestros peques y un gran ahorro para nuestra sanidad pública.
Pintura de Jeff Barret. Una maravilla.
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